Es innegable que hoy en día las pelotas anti-estrés se han vuelto una realidad necesaria, pero a decir verdad no son muy imaginativas. Las palpas, las aprietas, las ases… ¿y qué? Te descargas y te sientes un poco más libre, sí.
Sin embargo, considero que es mucho más catárquico lanzarlas contra la pared y observar cómo se quedan ahí pegadas. Lo bueno de estas pelotas es que recuperan su forma original en unos segundos, sin sufrir daños. Puedes golpearlas una y otra vez para sacudirte de encima tu frustración sin que ellas lo paguen.
Hay tres modelos diferentes: bichos, tomates y rana. Cada bola cuesta unos 6€ y lo encuentras por aquí.