Aunque parezca una paradoja, la formación del hábito de la lectura comienza antes de que el niño aprenda a hablar.
Otros van más alía, y dicen que la preparación puede comenzar desde que el niño está en el vientre materno.
Muchos padres sueñan con que sus hijos sean grandes lectores, para que de esta manera sean buenos estudiantes y adultos cultos. Pero, ¿cómo lograrlo?
No hay formula mágica
Especialistas que han dedicado años de estudio, al tema, dicen que la fórmula mágica no existe ni se va a inventar nunca ya que, definitivamente, el gusto por la lectura no es innato, hay que cultivarlo.
Sin embargo, hay una clave: hablarles y ofrecerles un acercamiento real, creativo y afectivo al mundo de las palabras.
Muchos expertos coinciden en que los padres y las familias que establecen con el bebé una rica comunicación verbal, están favoreciendo desde el primer momento un comportamiento lector ideal.
La inigualable voz de los padres
Otros expertos en el tema afirman que es escuchando la voz de los padres es como empezamos a leer, aprendemos a interpretar los matices de la voz y a reconocer distintos códigos. Reconocemos las palabras, gestos y tonos que juegan; los que arrullan, los que demandan, los que regañan, etc.
En el juego explica que las palabras sirven para todo, para provocar la lluvia, para invocar al sol, para curar ese dolor que ninguna pomada alivia, el sana sana rabito de rana es siempre capaz de curar.
Esa fe ciega en las palabras, más allá de su sentido literal, y la afectividad con la que el adulto vincula al niño al mundo de los significados, constituyen el lazo más fuerte que nos vincula a la lectura.
Bebetecas para jugar con los libros
La edad que la sociedad le impone al lector está bajando cada vez más. En varios países de Europa están de moda las bebetecas, unas bibliotecas especiales a donde acuden las madres con sus niños a jugar con los libros.
El lugar está adaptado para ellos. No es, como en cualquier biblioteca, algo que estorba, que puede romper la tranquilidad o que puede ensuciarlo. Hasta hay un espacio destinado para que las mamás le cambien el pañal a su bebé.
Los libros que allí se encuentran son especiales para esta edad, pues los hay por montones y se están produciendo en muchas partes del mundo.
El lenguaje escrito
La utilización del lenguaje escrito apela constantemente a un vocabulario que el niño no maneja en la vida diaria.
Le enseñan estructuras que le van a permitir en un futuro próximo acceder con facilidad al lenguaje de los textos de estudio, los periódicos, los libros y otros materiales que necesitará o querrá leer.
Además está comprobado que los niños a quienes les leen cuentos en la edad preescolar, llegan a la escuela con una formación previa, una cierta familiaridad con el lenguaje escrito, que hace que el aprender a leer y escribir sea más fácil y grato.