En la goma viene impreso el mes y el año en que fue fabricada. Pero la antigüedad y el buen aspecto de la rueda ocultan la verdadera situación en que se encuentra. Si el coche no es recorrido con frecuencia, es evidente que no notará su desgaste. Pueden pasar algunos años y apenas percibirá algún deterioro, asumiendo que aún se “ven los surcos”. Sin embargo, el caucho de los neumáticos tiende a cristalizarse. Esto es debido a las condiciones climáticas y al contacto que se tiene con el agua. Si, por ejemplo, conduce al amparo de una lluvia continuada o lava sus llantas e inmediatamente inicia su recorrido habitual, el proceso de secado es intenso, lo que le hace significativamente propenso a reventarse con facilidad. Es recomendable que lo revise un especialista cada seis meses o, como máximo, cada año, ya que los neumáticos son juzgados como la parte más importante de su seguridad. No espere hasta que “se vean los alambres”. Un neumático cristalizado, agrietado, debe ser cambiado de inmediato.
Entonces, ¿cuánto tiempo duran o durarán mis neumáticos?
Depende del uso que le des a tu automóvil. En realidad, son muchos los factores que tomarás en cuenta: tu pericia como conductor, las condiciones geográficas, la frecuencia de uso, el tipo o condición de la carretera, el peso del motor, incluso la marca. Considere también que los neumáticos de la tracción delantera se desgastan en menos tiempo respecto a las traseras. El motor, considerando la mayoría de coches fabricados, se encuentra allí, en el cajón delantero. Los propietarios suelen intercambiar cada cierto tiempo las posiciones y forzar con esto un degaste parejo. Sin embargo, no hay ninguna evidencia de que esto provea alguna garantía de seguridad.
Lleve consigo siempre un manómetro. Mantenga controlada la presión y siga siempre las recomendaciones de fábrica. Preste atención a las vibraciones y ruidos: le indicarán que sus neumáticos necesitan un recambio.