Los cuidados al final de la vida, también denominados cuidados paliativos, tienen por objeto entregar al enfermo la mejor calidad de vida posible, hasta el final.
No aceleran ni retrasan el deceso.
Modalidades
Aparte de los cancerosos, los enfermos que más a menudo llegan hasta las unidades de cuidados paliativos son los que padecen enfermedades neurológicas degenerativas (esclerosis lateral amiotrópica, corea de Huntington) y el sida.
Los cuidados paliativos exigen del personal que cuida a los enfermos gran capacidad para escucharlos y así dar respuesta a sus solicitudes. A veces, el paciente tiene dificultades para formularlas y requiere de mucha sicología tanto de parte del personal a cargo de los cuidados como de la familia. Las personas que llegan al final de la vida necesitan apoyo y cuidados que los ayuden a afrontar esta última etapa lo mejor posible.
La angustia de la persona moribunda puede aliviarse, en parte, gracias a la comprensión, la sensibilidad y el esfuerzo de comunicación de quienes lo rodean. Los médicos, los profesionales paramédicos, la familia, los amigos y los sacerdotes, todos ellos participan en este proceso de asistencia.
Las personas cercanas al moribundo a menudo sufren un trauma emocional en esta etapa. A veces se sienten culpables de no poder hacer más. Por esta razón los cuidados paliativos no sólo conciernen al paciente, sino también a los miembros de su familia y sus amigos, que pueden sentir la necesidad de consultar un médico para que los aconseje sobre la forma de actuar y les brinde apoyo sicológico. Este apoyo podrá continuar después de la muerte del paciente, con el objeto de ayudar a los deudos en su etapa de duelo, tanto en el plano moral como en el físico.
¿Qué decir a una persona moribunda?
Desde hace algunos años, los médicos hablan más fácilmente con sus pacientes acerca de la verdad de su enfermedad. Sin embargo, algunas personas se rehúsan a conocer la evolución de su afección. El deseo del paciente debe respetarse en la medida que sea posible, lo que implica gran comprensión de parte del médico y de las personas cercanas, así como mucha intuición para evitar errores de juicio.
A veces, el moribundo expresa claramente su deseo de referirse a su muerte inminente, pero sus familiares y amigos se sienten incapaces de hacerlo. A veces es más fácil hablar de su muerte con alguien no muy cercano, de ahí la importancia que tienen los voluntarios de organizaciones especializadas. En todos los casos, es fundamental favorecer la comunicación entre el enfermo y su familia, por el bien de todos.
¿Morir en el hospital o en la casa?
El tratamiento de ciertas enfermedades requiere de estadas en el hospital en un determinado momento. No obstante, cuando el fin está próximo, muchos pacientes prefieren morir en su casa. En tal caso, la asistencia se realiza a través de la hospitalización a domicilio. Intervienen diversas personas: médicos, kinesiólogos, auxiliares, voluntarios y, por supuesto, los familiares y amigos.
Cada caso es diferente, pero si bien las pruebas de amor, comprensión y los cuidados afectivos parecen ser mejores en la casa, el hospital, en cambio, está mejor equipado para cuidar a los pacientes que padecen una enfermedad que requiere la utilización de técnicas sofisticadas o una permanente vigilancia.