Entre los elementos más importantes a tener en cuenta para recibir de la mejor forma a nuestro bebé, está la cuna. El problema se presenta cuando nos enteramos que existen varios tipos, lo cuales obedecen a distintas exigencias relacionadas al tamaño y edad del infante. Básicamente, se pueden clasificar en tres: el “moisés”, la minicuna y la cuna.
El moisés es una suerte de cesto hecho de mimbre, usualmente con un sistema de asas incorporado. Se puede llevar cargado de las asas mencionadas, o ubicarse encima de un soporte, que suele tener ruedas para su fácil movilización; los materiales empleados para la fabricación de esta base suelen ser el hierro o la madera. Lo normal es que tengan veinticinco centímetros de alto, con ochenta de largo, y cuarenta de ancho.
Por otro lado, está la minicuna, con una estructura de forma rectangular, en la mayoría de casos, y con medidas mayores a las que caracterizan al moisés. Tiene aproximadamente treinta centímetros de alto, pero esta altura parte del interior de la minicuna, por lo que garantiza mayor seguridad para un bebé que ya se mueve con cierta libertad. Su largo es de ochenta centímetros, y el ancho es de cincuenta.
Finalmente está la cuna, tradicionalmente con forma de rectángulo y con medidas que suelen variar. Aunque un factor común en los diferentes modelos que se pueden encontrar es su altura, que siempre será superior a un metro.
Las ventajas y desventajas que cada uno ofrece están condicionadas a sus dimensiones. El moisés se caracteriza por ser de sencillo manejo a razón de su tamaño y ligereza. Algo que resulta sumamente útil en las primeras semanas, ya que facilita en gran medida la transportación del bebé. Sin embargo, cuando éste crece, es necesaria una estructura más estable, es aquí cuando la minicuna y la cuna son las más recomendables.