Todos los niños padecen catarros y, en su gran mayoría, los padres pronto se convierten en expertos terapeutas de las frecuentes infecciones virales de las vías respiratorias. Los catarros son casi invariablemente provocados por virus y no responden a la antibioterapia.
Un catarro sin complicaciones no puede considerarse propiamente una enfermedad. Muchas infecciones virales son tan leves en los niños, que no se nota absolutamente ninguno de sus síntomas.
Los virus pueden causar, entre otros signos y síntomas, dolor de cabeza, secreciones nasales, dolor de garganta, dolor muscular, tos, vómitos diarrea. Cada anomalía debe considerarse individualmente para discutirla más a fondo.
A los padres les preocupan mucho las «complicaciones». Estas, desde luego, ocurren, pero por fortuna son muy poco frecuentes. La más común es la obstrucción del conducto que da salida al líquido en el oído medio, que produce infecciones. Otros padres se preocupan porque el catarro pueda convertirse en neumonía.
Los buenos observadores aprenderán a percatarse de la aparición de las complicaciones de un catarro en sus hijos. Los niños con complicaciones incipientes se tornan molestos e inapetentes. Los lactantes suelen tirarse de las orejas o llorar mucho cuando se inicia una infección de oído. Los niños algo mayores quizá se quejen de dolor de oído.
La frecuencia respiratoria superior a 40 respiraciones por minuto es también indicio de una complicación de catarro. También es motivo de preocupación el hecho de que los hijos padezcan demasiados catarros.
En su mayoría, los niños sanos tienen de6 a9 infecciones virales al año. Algunas de éstas serán breves y ligeras, otras podrán persistir una semana o incluso más tiempo. Los niños con catarros frecuentes rara vez padecen una enfermedad seria; no necesitan inyecciones de gammaglobulina.
Los niños con verdaderos trastornos inmunológicos suelen padecer enfermedades sumamente graves y no recurrentes malestares leves. Las defensas inmunológicas del niño adquieren mayor fuerza con cada catarro, por lo que hasta las secreciones tienen su aspecto positivo.
Tratamiento casero
El niño fatigado necesita reposo y, por lo general, limita debidamente sus actividades. Nosotros no vemos ningún motivo para mantener en cama al niño que se siente con ánimos para estar levantado y activo. Si desea asistir a la escuela se le debe permitir hacerlo.
Desde luego, si la tos u otros problemas le impiden cumplir con su trabajo escolar, es preferible mantenerlo recluido y no exponerlo a ser devuelto a casa a media mañana. Los catarros suelen ser más contagiosos uno o dos días antes de la aparición de los síntomas. por lo que no tiene sentido aislarlo hasta que desaparezcan todos, pues sus compañeros de clase ya habrían sido expuestos al virus.
El niño necesita recibir abundantes líquidos mientras esté resfriado. Los padres no deben preocuparse de su consumo de alimentos sólidos mientras esté inapetente.