Vie. Mar 29th, 2024

Para la mayoría de los padres, hasta los más liberales, enfrentar las primeras inquietudes del niño en el aspecto sexual no es nada fácil. ¿Qué hacer? ¿Cómo orientarlo? ¿Cómo responder sus preguntas? Los educadores coinciden en señalar que la respuesta debe ajustarse directamente a la pregunta, no tratar de abundar en detalles que confundan al niño, quien debe recibir el concepto preciso y dicho de modo sencillo, claro y sincero.

Para algunos especialistas psicólogos y educadores, el problema no existiría si los padres sostuvieran un diálogo constante con sus niños.

Y nada mejor para ese entendimiento que el mundo del juego.

Al ser el juego parte esencial de la vida del niño, no nos debe sorprender que presente contenidos sexuales, como son la expresión de fantasías y creencias.

La fantasía es una de las características básicas del juego, y el niño la utiliza en sus juegos dramáticos, en los que representa diferentes papeles de su realidad cotidiana. Por ejemplo juegan a ser novios, a que se casan y van a tener un bebé, pidiendo a los padres que participen de sus juegos.

Y se presentan las inquietudes, ¿por qué? muchos padres se muestran inseguros y tienen dificultades para participar de la fantasía del niño quien, sin embargo, sabe perfectamente que se trata de un juego, a través del cual va probando los límites entre lo permitido y lo prohibido, entre la fantasía y la realidad.

Toda familia tiene sus normas y valores respecto al comportamiento sexual, sin embargo muchas veces no se habla de ello, o se habla pero de forma velada. Por ello es que existe un nombre familiar para los genitales, distinto al vulgar y al científico (lo cual tiene una connotación afectiva, que va graduando el conocimiento del niño de acuerdo con su edad y madurez).

Lo importante aquí es no confundir al niño

¿Cómo puede surgir esa confusión?

Muchas veces lo que hace o dice la profesora entra en contradicción con la actitud de los padres. En otros casos los padres delegan en los profesores y psicólogos la educación sexual de sus hijos, evitando tocar el tema por la ansiedad que produce. Hasta los padres más liberales no dejarán de sentir ansiedad al ver al niño tocarse los genitales.

¿Qué hacer?

Es la pregunta que nos hacemos todos puna vez. En primer lugar mantener la calma y preguntarnos cuán frecuente es esta conducta, y si ésta tan persiste que limita el juego del niño.

Las respuestas no son simples.

No hay recetas puesto que el desarrollo del niño es complejo, provisto de conflictos de cuya resolución depende su crecimiento y salud mental.

Una actitud represiva o demasiado liberal (sobreestimulante) podría marcar negativamente la actitud del niño cuando llegue a la edad adulta.

La curiosidad sexual es natural en el niño y está relacionada con la necesidad de explorar. Lo primero que toca el niño es su pequeño cuerpo y el de su madre.

Como enfrentar esa inquietud

Se trata de encontrar un equilibrio, en el que padres y maestros guíen al menor respondiendo sus interrogantes de la manera más sana y clara posible.

Uno de los objetivos de la educación es que el niño aprenda a controlar sus impulsos, a interiorizar normas y pautas de conducta socialmente establecidas. El rol de los padres y maestros es señalarle al niño el límite entre lo permitido y lo prohibido.

¿Hay una pauta al respecto?

Una forma de poner límites es diciendo al niño “no me gusta que hagas eso” y va a depender de la confianza que el niño tenga en sus padres y maestras para expresar los sentimientos y temores que lo conducen a esas acciones. Podría tratarse de contrariar la autoridad, y que no sólo se relacionaría con la expresión de la sexualidad sino también de la agresividad.

¿Se trata de etapas en la vida del niño?

En la etapa preescolar los niños pasan por períodos de exhibicionismo y de oposición. El hecho de que un niño no hable o no la exprese no significa que la curiosidad no esté presente. Probablemente se encuentra reprimida, por considerarla prohibida. Muchos problemas de atención y concentración están relacionados con la fantasía y temores sexuales que temen expresar.

Del diálogo y del compartir los juegos entre padres e hijos va a depender mucho el que una conducta pueda ser entendida y, en consecuencia, modificada pues el significad. De las mismas va a depender de la etapa de desarrollo y madurez en la que el niño se encuentre, y esto no es igual para todos.

¿Pero es natural?

Al ser el juego una parte esencial de la vida del niño, no nos debe sorprender que presente contenidos sexuales, como son manifestación de fantasías y creencias, conductas, actitudes y representaciones en el juego. Evidenciándose las conductas socialmente esperadas de niños y niñas en relación con el juego y la elección del juguete.

Por Atomico