La ortiga es una planta que crece en terrenos baldíos, al pie de los cerros o en los lugares más inhóspitos como los basurales. Los tallos de la ortiga alcanzan entre 60 y 90 cm de altura, y poseen hojas ovaladas con borde dentados. Sus flores son pequeñas y de color verde.
Su nombre
Las raíces etimológicas de su nombre provienen de la palabra latina “urtica” que, a su vez, nace del vocablo “ob urendo”, que significa “quemante”, pues las hojas pican y parecen quemar cuando se las roza. Por su parte, la palabra inglesa que la designa, “nettle”, se deriva de “net” (“red”), y se refiere a los hilos fabricados con los pelos de esta planta, los cuales fueron utilizados en otros tiempos por los habitantes de la actual Escandinavia y por los tejedores escoceses del siglo XVII.
Depurador y antirreumático
Una virtud reconocida a la ortiga desde los tiempos inmemoriales es la antihemorrágica. Asimismo, se ha comprobado que la ortiga contiene hierro, azufre, potasio y sodio. Estos componentes la convierten en un excelente depurador de la sangre.
Esta planta también puede contrarrestar con eficacia la acción alérgica (urticaria) producida por el consumo de moluscos y crustáceos marinos. Basta una toma de tintura de ortigas para notar sus efectos.
Las ortigas recién arrancadas son buenas para aliviar los dolores reumáticos. Se emplean como revulsivas (medicamento que consiste en producir una irritación local para cesar una congestión o inflamación de una parte del cuerpo), sacudiendo con ellas, sin excesiva violencia, los miembros enfermos junto a las articulaciones y en torno de ellas repetidas veces al día.
Otros usos medicinales
En las quemaduras, es necesario aplicar la tintura de ortiga en la zona afectada para mitigar inmediatamente la sensación de dolor. Si reaparece el malestar, se debe continuar el tratamiento.
La tintura también es recomendable para los casos de eczema y otros trastornos de la piel.
Para los diabéticos, se les aconseja que tomen el agua en que se han hervido las ortigas, sin endulzarla, por lo menos tres veces al día.
En cuanto al té o infusión de ortigas, éste se prepara añadiendo 30 gramos de la hierba o semillas en medio litro de agua hirviendo. Es recomendable dejar reposar durante un mínimo de cinco minutos y luego tomarlo como té o beberse un vasito tres veces al día. Se puede endulzar si se prefiere.