Las pulmonías y las bronquitis son unas de las infecciones más frecuentes tanto en el adulto corno en el niño. No es de extrañar que sea así, puesto que por los pulmones pasan cada día más de 10.000 litros de aire y en éste se encuentran suspendidos numerosos virus y bacterias La cantidad de gérmenes que entran en nuestros pulmones al cabo del día puede llegar a ser muy grande.
La palabra pulmonía es sinónimo de neumonía. Ambas significan lo mismo. La pulmonía es una infección de los pulmones que afecta a los alvéolos y al tejido pulmonar que les rodea. En realidad, la pulmonía no es una única afección sino que sería más apropiado hablar de pulmonías, en plural, dado que son muchos los agentes microbianos que pueden causarla. Y las pulmonías causadas por unos gérmenes pueden ser muy diferentes de las ocasionadas por otros. Cabe decir que las bronquitis son infecciones o inflamaciones de los bronquios es decir, no son tan profundas como las pulmonías.
La gravedad de las pulmonías depende notablemente del estado de salud general del paciente: quienes están bien nutridos y alimentados tienen muchas más probabilidades de curarse si tienen una pulmonía. Sin embargo, los pacientes mal nutricios son mas débiles y el mismo tipo de pulmonía puede ser para ellos mucho más grave.
Qué sucede en una infección bronquial
El pulmón sano es estéril gracias a mecanismos de defensa tales como la actividad de los cilios bronquiales y la delgada capa de moco que flota sobre ellos: las bacterias y partículas inhaladas se adhieren al moco, el cual es eliminado junto con las bacterias a él adheridas, gracias a la acción vibratoria de los cilios. Si los cilios no funcionan, la infección se ve favorecida. Las infecciones vírieas, el tabaco y otros irritantes dañan estos cilios y facilitan la infección bacteriana, la cual provoca una reacción inflamatoria que daña también los cilios y la pared bronquial: es un círculo vicioso que debe ser interrumpido a toda costa.
Síntomas de las pulmonías
Los síntomas principales de las pulmonías son la tos y la fiebre, a las que pueden añadirse el dolor o dificultad al respirar. Puesto que las causas de las pulmonías son muy variadas, los síntomas también pueden ser diversos, según se verá más adelante. Sin embargo, los síntomas típicos son los citados al principio: fiebre, tos y dolor en el tórax al respirar.
Causas de las pulmonías
Hay gérmenes muy virulentos que pueden atacar los pulmones y dar lugar a una pulmonía, aunque éstos estén perfectamente sanos. Es lo que ocurre con el neumococo, uno de los gérmenes más virulentos y que tiene una especial preferencia por el pulmón, al que puede infectar aunque la persona esté sana. Sin embargo, lo más habitual es que las bacterias que causan pulmonías ataquen los pulmones que ya han estado debilitados por otras causas: un resfriado previo que ha irritado los bronquios, un fumador que tiene sus bronquios y sus pulmones afectados por el tabaco, una persona mal alimentada, un enfermo con cáncer u otra enfermedad crónica que lo haya dejado más débil, etc. Son casos que presentan los pulmones más débiles y en los que las pulmonías pueden desarrollarse con mayor facilidad.
Son diversos los gérmenes que pueden causar una pulmonía y, dependiendo del germen, los síntomas pueden variar: una pulmonía causada por un neumococo produce fiebre alta, dolor de costado, tos y afección general importante; la pulmonía causada por una tuberculosis puede producir fiebre moderada pero persistente, tos crónica y una afección general menos aguda; las pulmonías víricas pueden dar simplemente tos y fiebre; las pulmonías causadas por micoplasma pueden tener pocos síntomas clínicos, pero dar unas imágenes muy aparatosas en la radiografia.
Tratamiento de las pulmonías
La medida principal es mantener una buena nutrición y evitar todo lo que pueda dañar los bronquios y los pulmones, como es el tabaco. La presencia de ciertos animales, como loros, cacatúas.
Las medidas generales para tratamiento de cualquier pulmonía incluyen la eliminación del moco acumulado en los bronquios. Esto se consigue por medio de la inhalación de vapor de agua y el uso de ciertos medicamentos llamados expectorantes. Junto a ello, el uso de los antibióticos es esencial para curar las pulmonías causadas por bacterias, hongos o parásitos; sin embargo, resultan mutiles para curar las pulmonías causadas por virus, que son las más frecuentes, especialmente durante la infancia.