Jue. Oct 3rd, 2024

urgencias infantilesLas urgencias exigen acción oportuna, no pánico. Las acciones médicas que los padres deben realizar dependen de la naturaleza del problema y de los recursos disponibles. Cuando hay lesiones masivas o el niño está inconsciente, es preciso conseguir ayuda cuanto antes. Si se encuentra cerca un hospital, hay que acudir a la sala de urgencias.

De lo contrario, generalmente se recibe auxilio con solicitarlo por teléfono a un servicio de urgencias o a una unidad de rescate. Cuando se sospecha que el niño ha ingerido un veneno, y no se tiene a mano el número de teléfono de un centro de control de envenenamientos, si existe en tal o cual localidad, los padres deben llamar un servicio de urgencias.

Lo más importante es que los padres estén preparados para acudir a un hospital o puesto de socorros, o bien llamarlos por teléfono. Al frente de este libro deben tenerse anotados los números de teléfono del servicio de urgencias más próximo, y de las unidades de res cate.

Los padres también deben conocer la forma más rápida de llevar en automóvil al servicio de urgencia. Conviene hacer lo anterior antes de que surja una urgencia.

Cuándo solicitar una ambulancia. Generalmente, la forma más lenta para llegar a un servicio médico es en ambulancia. Esta tiene que recorrer dos veces la distancia, de ida y vuelta, sin duplicar la velocidad de un automóvil. Si el niño puede desplazarse o ser desplazado con facilidad y hay un automóvil disponible, lo mejor es usarlo y encargar a alguien que avise al servicio médico de que el enfermo va en camino.

Sin embargo, la ambulancia llega al lugar del accidente con personal capacitado, que sabe cómo mover al paciente de modo que no le produzca una lesión adicional. Por lo regular, la ambulancia está dotada de oxígeno, férulas y vendajes y, en algunos casos, allí puede practicarse una resucitación -en ocasiones recurso decisivo- al paciente que se traslada al hospital. De esta manera, el niño gravemente enfermo por una lesión de la cabeza o la columna, o por disnea, puede recibir el beneficio de la atención que proporciona el personal de la ambulancia.

Según nuestra experiencia, la ambulancia a menudo se utiliza como un taxi muy costoso. El tipo de accidente o enfermedad, los servicios disponibles y la distancia al hospital, son, sin excepción, los factores más importantes para decidir si conviene usar o no la ambulancia.

Los diagramas de alternativas que aparecen en lo que resta de este libro presuponen que no existen menos signos de urgencia médica. Los padres deben familiarizarse con los siguientes signos de urgencia.

Lesiones graves. Por sentido común se sabe que el niño con evidente fractura en una pierna o con una herida grande en el pecho, necesita atención inmediata. Hay servicios de urgencia para tratar estas lesiones graves. Deben utilizarse, y pronto.

Inconsciencia y coma. Desde luego, cualquier niño en estado de coma o de semiconsciencia debe ser llevado inmediatamente al servicio médico más próximo. El coma se debe, las más de las veces, a la ingestión de un medicamento u otro producto tóxico, un ataque, ahogamiento, un traumatismo de la cabeza o a una reacción alérgica grave. Cualquier medicamento u otra sustancia que se sospeche haya sido ingerida por el niño, debe llevarse también al servicio médico. Es preciso despejarle la boca al niño que respira con dificultad. Se puede administrar la respiración artificial, a razón de 10 respiraciones por minuto, a través de la boca o de la nariz.

Ahogo. Cuando en la tráquea del niño se aloja un cuerpo extraño, puede producirle ahogo. Una tos violenta a menudo basta para extraerlo. Otros procedimientos capaces de lograr lo mismo incluyen una fuerte palmada en la espalda, sostener al niño colgado cabeza abajo mientras se le dan palmadas en la espalda, o aplicarle un rápido y fortísimo apretón en la parte baja del tórax. Los intentos de extraer con los dedos el objeto que obstruye parcialmente la respiración, pueden conducir a la obstrucción total, Mientras el niño sea capaz de respirar, es preferible acudir a una sala de urgencias.

Hemorragia. En su mayoría, las cortaduras dejan de sangrar con sólo aplicarles presión. A menos que sea una hemorragia evidentemente menor, la herida que sangra pese a la presión aplicada requiere atención del médico, para evitarle al niño una pérdida de sangre. El adulto medio tolera perder varios decilitros de sangre sin mayor molestia, pero la tolerancia de los niños, proporcional a su tamaño físico, es menor. Los padres deben recordar que las hemorragias profusas y vigorosas casi siempre pueden contenerse con sólo aplicar presión directa a la herida, que es lo más importante en los primeros auxilios para estas lesiones.

Estupor o somnolencia. A la disminución del nivel de actividad mental, sin llegar a la inconsciencia, se le denomina estupor. Una forma práctica para determinar si la intensidad del estupor o somnolencia justifica un tratamiento urgente, consiste en observar si el niño puede contestar preguntas sobre lo recién ocurrido, entonces será necesario proceder en consecuencia. Es difícil evaluar esto en el niño, pero si no reacciona, hay que darle atención médica de inmediato.

Desorientaciòn. En medicina, la desorientación se describe en términos de tiempo, lugar y persona Esto sólo significa que el niño no sabe qué día es, dónde se encuentra ni cómo se llama. El que no puede identificarse está en un estado más grave que el niño que no sabe qué dìa es. La desorientación puede ser parte de diversas enfermedades, y es especialmente cuando el niño tiene fiebre alta. El niño con desorientación y confusión necesita que un médico lo atienda sin demora.

Dificultad en la respiración (disnea). Por regla general, el niño debe recibir atención inmediata, si sufre disnea mientras se encuentra :n reposo. Sin embargo, en los adultos jóvenes la causa más frecuente de disnea en reposo es el síndrome de hiperventilación, que no es motivo de alarma. Si es imposible determinar con certeza cuando la disnea se deba al citado síndrome, lo único sensato es solicitar . ayuda inmediatamente.

Dolor intenso. Por sorprendente que parezca, el dolor intenso sólo en raras ocasiones es el sintoma que determina la gravedad y la urgencia del cuadro. Más a menudo, el dolor se asocia con otros síntomas que revelan la naturaleza de la afección; el ejemplo más obvio es el dolor que acompaña a una lesión grave, como la fractura de una pierna, que en si claramente exige atención cuanto antes. La intensidad del dolor es una apreciación subjetiva y depende de cada niño en particular; con frecuencia, la agudeza del dolor es modificada por factores emocionales y psicológicos. No obstante, cualquier dolor intenso exige atención médica urgente, si no por otra razón, al menos para calmarlo.

En buena medida, el arte y la ciencia de la medicina se orientan al alivio del dolor, y el empleo de medidas de urgencia para mitigarlo está justificado, aun cuando más tarde se sepa que su origen es intrascendente. Sin embargo, quien se queja frecuentemente de un dolor intenso por causas de escasa importancia, se halla en una situación muy semejante a la del pequeño pastor que gritaba «¡Ahí viene el lobo!» El médico tomará cada vez menos en serio los gritos de auxilio, lo que puede ser peligroso para él paciente, pues le será difícil recibir ayuda cuando más la necesite.

Los padres deberían idear una rutina a seguir en caso de urgencia. Conviene desarrollarla y someterla a prueba, como un simulacro. Si las acciones han sido planeadas con anticipación, disminuye la probabilidad de que la urgencia produzca pánico y se aumenta la de recibir rápidamente la atención necesaria.

Envenenamiento. Rara vez una demora de varios minutos afecta el resultado final. En cambio, puede ser peligroso tomar una decisión apresurada. Muchos venenos surten efecto al pasar por la boca y el esófago (ácidos, álcalis fuertes, limpiadores de caños y hornos), por lo que en esos casos no procede provocar el vómito. Otros venenos (aguarrás, gasolina, líquidos para pulir muebles) hacen daño al despedir sus vapores, por lo que, en caso de ser ingeridos, tampoco se debe provocar el vómito. En cambio, los medicamentos ingeridos pueden ser vomitados sin peligro. El veneno en cuestión debe llevarse al médico o a la sala de urgencias.

Ataques (convulsiones). Durante el ataque, es de suma importancia proteger al niño contra cualquier golpe. Salvo en los niños que se sabe sufren convulsiones recurrentes, cualquier ataque exige atención médica el mismo día.

Por Atomico