La principal responsabilidad del médico que atiende adolescentes es la de estar en condiciones de diagnosticar el embarazo de manera precoz, para lo cual se deberá solicitar los estudios pertinentes con la debida prudencia y respeto por la difícil situación que atraviesa la joven.
Si el diagnóstico es positivo, el médico debe brindar su apoyo a la muchacha, ayudarla a salir de la crisis inicial y aconsejarla a tomar decisiones razonables; según sean sus circunstancias.
Aunque la responsabilidad del manejo médico de la adolescente gestante la tiene el gineco-obstetra, se deben tener presentes los siguientes principios generales, que pueden ser compartidos con el médico adolescentólogo:
- Establecer el nivel de madurez biológica de la joven, mediante la apreciación del estadio de los caracteres sexuales secundarios, de la «edad ginecológica», y/o de la «edad ósea», a despecho de la edad cronológica,
- Conocer «con certeza» si el embarazo fue o no deseado; fuera o dentro del matrimonio o convivencia; reacción emocional de la joven, de la pareja, y de la familia.
- Brindar atención prenatal adecuada, que incluya: seguimiento médico periódico y atención a la problemática psicosocial.
- Mantener una adecuada suplementación nutricional durante la gestación y la lactancia.
- Descartar enfermedades de trasmisión sexual, incluyendo el SIDA.
- Indagar sobre el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas.
- Apreciar el grado de disposición para la maternidad y la capacidad de la joven para la crianza de su bebé, así como la ayuda que puede recibir, en ese sentido, de su familia. Según el caso, ayudar a la joven a condicionarse y prepararse para la maternidad.
- Ofrecer a la madre adolescente atención pediátrica para su bebé.
- Se debe disponer de servicios «integrales» que le brinden a la joven madre atención médica, obstétrica y psicosocial, apropiadas.
- Instruir a la pareja en el uso de métodos anticonceptivos eficaces y brindar consejería, ya que la frecuencia de nuevos embarazos no deseados es alta.