Son varios los factores que han determinado cuándo el niño aprenderá a mantenerse seco.
En tanto algunos lo logran desde la edad de 4 años, otros no.
A medida que crecen es mayor el número de niños que adquieren naturalmente el control de esfínteres
No obstante, hay niños que después de meses o incluso años de amanecer secos de pronto vuelven a mojar la cama, a menudo como respuesta a un hecho que les produce estrés. Algunos tienen esta regresión cuando nace un nuevo hermano, cuando se mudan de casa o si padecen una enfermedad seria.
Sólo en raras ocasiones la causa es una infección urinaria, que generalmente se acompaña de otros síntomas, como micción frecuente, ardor, dolor abdominal o fiebre. Síntomas como estos requieren de la atención del médico.
Tratamiento casero
Lo más importante es la actitud de los padres. Primero, deben esperar que esto ocurra. El hecho de que el niño moje la cama no debe considerarse una anomalía mientras no haya cumplido 6 años de edad, y es normal que por espacio de un año, más o menos, lo haga ocasionalmente en épocas de estrés.
Una reacción de disgusto o de ira hace más difícil que el niño se domine. En segundo lugar, a menudo no puede evitar un percance. El control de esfínteres es una compleja labor neurológica y del desarrollo que exige cierta madurez del niño. Crear en él un sentimiento de culpabilidad porque moja la cama sólo prolonga el problema; los padres deben pensar en apoyar más que en castigarlo.
Debido a que el constante cambio de ropas de cama suele ser una molestia, conviene emplear una sábana más pequeña -una sábana clínica- sobre un protector impermeable (de hule o de plástico), a fin de que no sea necesario lavar tantas sábanas.
Casi siempre, lo mejor que los padres pueden hacer es pasar por alto el problema y armarse de paciencia. Una vez que el niño ha cumplido 6 años, quizá los padres y el pequeño puedan hacer un «esfuerzo conjunto» para resolver el problema.
Antes que nada, hay que convencerlo de que beba abundantes líquidos por la mañana y en las primeras horas de la tarde, y que se abstenga lo más posible de hacerlo desde varias horas antes de acostarse. El niño debe orinar antes de meterse en la cama.
La ingestión de líquidos durante el día ayuda a que la vejiga adquiera la capacidad necesaria: para vaciarla lo más posible por la noche, el niño debe adquirir la costumbre de ir al baño antes de acostarse. En segundo lugar los padres pueden anotar en una gráfica o en un calendario, las mañanas que el niño amanece seco, señalándolas con una estrella dorada.
Cuando el niño se canse de ver estrellas doradas, sugerimos sustituirlas con dibujos de caras tristes o sonrientes. Conviene ensayar estas medidas y ninguna otra durante varias semanas o meses.
Si se observa que el niño no progresa, se puede tomar en consideración el establecimiento de una rutina para despertar al niño y llevarlo otra vez al baño después de haber dormido unas 3 horas.
Si en ese lapso el niño ya se ha mojado, puede modificarse el plan para adelantar la interrupción del sueño Los niños algo mayores que aún tienen este problema deben ayudar a lavar sus sábana, con el fin de que aprendan a ser responsables de sus actos y de algunas de sus consecuencias.
Aunque se han proclamado las ventajas de las alarmas nocturnas, que suenan cuando el niño comienza a mojar la cama nosotros opinamos que estos artefactos de hecho, son contraproducentes.
Si el niño aún moja la cama después de los 6 años de edad, puede ser útil consultar el asunto con el médico.