La respiración sibilante es el sonido agudo producido por el aire al pasar a través de los conductos respiratorios (bronquios y bronquiolos) anormalmente estrechos.
Es más evidente en la espiración, pero puede ocurrir también en la aspiración del niño. El ruido procede de los conductos respiratorios profundos, en contraste con los sonidos diftéricos, roncos o coqueluchoides, que proceden de la laringe.
Con mayor frecuencia, el estrechamiento de los conductos respiratorios de los niños se debe a una infección viral o a una reacción alérgica, como el asma. En los niños menores de 2 años, la bronquitis o estrechamiento de los conductos respiratorios de menor calibre puede deberse a una infección viral.
La neumonía también suele producir respiración sibilante, la picadura de insectos o de medicamentos; estas últimas son reacciones alérgicas que precisan de la atención del médico.
Cualquier medicamento puede causar este fenómeno; algunos sujetos lo padecen incluso cuando toman aspirina. Ocasionalmente un cuerpo extraño alojado en un conducto respiratorio puede causar respiración sibilante, difícil de percibir sin estetoscopio.
La importancia de este signo es que delata dificultad respiratoria, y debe poner sobre aviso para que se vigile cuidadosamente si el niño presenta disnea. En una infección de las vías respiratorias, el ruido puede aparecer antes de que sea ostensible la dificultad de respirar.
Por lo tanto, cuando la respiración sibilante se acompaña de fiebre, es aconsejable consultar oportunamente al médico, aunque la enfermedad rara vez resulta grave.
La respiración sibilante sólo puede recibir un tratamiento sintomático; no existen medicamentos capaces de curar las enfermedades virales ni el asma. El tratamiento casero es una parte importante de la terapia.
Sin embargo, se necesita la ayuda del médico, para que puedan emplearse los fármacos que dilatan las vías respiratorias. En ocasiones se puede necesitar la aplicación de venoclisis.
Tratamiento casero
Es muy importante la hidratación mediante la ingestión de líquidos. El vapor, de preferencia frío, es útil en ocasiones. Si no se dispone de un vaporizador, se puede utilizar la regadera del baño para producirlo.
Desafortunadamente, es difícil hacer que el vapor penetre hasta los bronquiolos. Se debe persuadir al niño para que ingiera la mayor cantidad de líquidos posible. El agua es lo más -indicado, pero se pueden suministrar jugos o refrescos embotellados, si con ello se consigue aumentar el consumo de líquidos.
Estas medidas serán parte del tratamiento que prescriba el médico, por lo que pueden tomarse de inmediato, aunque de todas maneras sea necesario acudir al consultorio.
Qué esperar del consultorio
El examen médico se concentrará en el pecho y la garganta. El interrogatorio no se limitará a la enfermedad actual, sino incluirá la historia de alergia del niño o de su familia.
También se investigará la posibilidad de la deglución de un cuerpo extraño. Los medicamentos para dilatar las vías respiratorias, como adrenalina o aminofilina, pueden administrarse por inyección, por vía oral o mediante supositorios.
A veces, se necesita la hospitalización del paciente para que se le aplique venoclisis y se le coloque en un medio adecuadamente húmedo. Aún más importante, el niño puede ser sometido a estrecha vigilancia en el hospital, para evitar que el cuadro empeore antes de obtenerse una mejoría.